Capítulo 6: Algunas consideraciones en torno al concepto de Democracia Delegativa
Surgimiento de las democracias delegativas
El surgimiento de las democracias delegativas está íntimamente ligado a la historia de crisis recurrentes en América Latina. Durante el siglo XX, la región enfrentó múltiples crisis sistémicas que frecuentemente se "resolvían" mediante golpes militares.
La década de 1980 marcó un punto de inflexión crucial. La región experimentó una ola democratizadora que transformó el panorama político. Por primera vez en mucho tiempo, las soluciones no democráticas dejaron de ser una opción viable para enfrentar las crisis. Este cambio fundamental se debió tanto a presiones internacionales como a un agotamiento interno de los modelos autoritarios.
Sin embargo, estas nuevas democracias nacieron en un contexto paradójico: mientras se celebraba la recuperación de las libertades políticas, los países enfrentaban severas crisis económicas. Esta combinación de euforia democrática y desesperación económica creó el terreno fértil para el surgimiento de líderes que prometían soluciones rápidas y efectivas a los problemas nacionales.
Las democracias delegativas: una primera mirada
Para comprender las democracias delegativas, es esencial contrastarlas con las democracias representativas. En estas últimas, los ciudadanos no solo eligen a sus representantes, sino que mantienen la capacidad de controlarlos a través de diversas instituciones democráticas.
Las democracias delegativas, por su parte, presentan una característica distintiva: el poder se "delega" casi completamente al ganador de las elecciones. Es como si los votantes firmaran un cheque en blanco al candidato victorioso, permitiéndole gobernar con mínimas restricciones institucionales.
Un aspecto crucial es que estas democracias mantienen las características formales de un sistema democrático: elecciones libres, libertades civiles básicas y alternancia en el poder. Sin embargo, una vez que el líder asume el cargo, el diálogo con la ciudadanía prácticamente se cierra hasta las siguientes elecciones.
Profundizando en el concepto
Las democracias delegativas se distinguen por características específicas que las diferencian de otros sistemas democráticos. La principal es su forma de manejo del poder. En estos sistemas, las decisiones se toman de manera discrecional, con poca o nula consulta a otros actores políticos o institucionales.
Un elemento central es el hiperpresidencialismo. El presidente se presenta como la encarnación de la voluntad popular y utiliza esta legitimidad para justificar decisiones unilaterales. Este liderazgo suele caracterizarse por ser carismático y por presentarse como la única solución posible a las crisis nacionales.
Otro rasgo distintivo es la tendencia a crear dicotomías sociales, como "patria-antipatria" o "pueblo-antipueblo". Esta polarización sirve para justificar el poder concentrado y deslegitimar a la oposición.
Auge y decadencia de las DD
El ciclo de vida de las democracias delegativas está íntimamente ligado a las crisis que les dieron origen. Cuando la crisis inicial comienza a superarse, el modelo delegativo tiende a perder fuerza. Esto se debe a que la ciudadanía empieza a demandar mayor rendición de cuentas y participación en las decisiones políticas.
La existencia de elecciones regulares y libres actúa como una válvula de escape para el descontento popular. Tarde o temprano, el desgaste natural del ejercicio del poder, combinado con la fatiga social ante las prácticas delegativas, puede llevar a la ciudadanía a optar por alternativas más representativas.
Este proceso de declive suele caracterizarse por un creciente cuestionamiento al liderazgo presidencial y una revalorización de las instituciones democráticas tradicionalmente marginadas en el modelo delegativo.